La culpa era del Play boy que habíamos contratado Nacho y yo. Empezaba a estar harto de la maldita revista. Estaba casi seguro de que tenía algún tipo de maldición, no hacía más que complicarme la vida. Antes de despedirnos, Nacho quiso echarle un vistazo así que fuimos al parque y nos sentamos en un banco.¡¡¡Los dos estábamos impresionados!!!
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